Cómo actuar ante un posible esguince

El esguince de tobillo es una de las lesiones más comunes que nos podemos encontrar, no solo dentro del mundo del deporte, sino también dentro de un ámbito mucho más cotidiano; y es que son tantos los giros, las pisadas, los saltos y las exigencias que sufren los tobillos que es normal que el esguince aparezca.

¿Qué es un esguince tobillo y cuáles son sus síntomas?

Un esguince de tobillo, en esencia, es un desagarro de los ligamentos del tobillo, una lesión que en la inmensa mayoría de las ocasiones se suele dar en la cara externa del mismo.

Las causas por las que se produce un esguince de tobillo pueden ser variadas. Entre las más frecuentes podemos encontrar las siguientes:

  • Traumatismo en forma de golpe o de caída.
  • Torcedura al caer en mala posición tras realizar un salto.
  • Realizar ejercicio sobre una superficie que se muestra irregular.

La sintomatología de un esguince es bastante concreta, algo que nos ayuda mucho a identificarlo casi de manera inequívoca con respecto a otras lesiones.

  • Dolor intenso al apoyar el pie afectado.
  • Dolor de menor intensidad al contacto.
  • Hinchazón de la zona afectada con posible aparición de hematomas.
  • Amplitud de movimiento limitada.
  • Posibles chasquidos o crujidos.

¿Cómo curar un esguince de manera efectiva?

Una vez que la sintomatología está clara, hay que acudir a un especialista, ya sea a un centro médico a un centro de fisioterapia. El objetivo es recibir no solo un diagnóstico certero, sino también el tratamiento adecuado.

Reconocimiento y diagnóstico

En primera instancia, el especialista determinará el tipo de esguince que se ha producido, y es que, en función de la tipología, el tratamiento será bien distinto. Entre los diversos tipos de esguinces de tobillo, podemos encontrarnos los siguientes.

  • Grado I. El ligamento solo sufre una distensión, sin llegar a romperse.
  • Grado II. En este caso el ligamento sufre un pequeño desgarro o rotura.
  • Grado III: El ligamento se ha roto por completo e incluso también el hueso.

Terapia manual

Esta es la más común y la que se utiliza en la inmensa mayoría de casos de esguinces de tobillo. En este caso, el fisioterapeuta trata de reparar el ligamento y de dotarle de nuevo de su movilidad natural a través de un masaje localizado.

Terapia con ultrasonidos

La aplicación de ultrasonido está destinada a aquellos casos en los que el esguince provoca un dolor agudo al paciente. La teoría actual dice que la aplicación del calor proveniente del dispositivo de ultrasonidos favorece la reparación muscular.

Sin embargo, actualmente, la evidencia científica no termina de ser concluyente en este sentido, por lo que serán las sensaciones del propio paciente las que determinen si este tipo de terapia deberá seguir aplicándose, o no, durante el tratamiento de la lesión.

Terapia compresiva

El último paso de la terapia tiene que ver con la compresión y estabilización de los ligamentos. Esta acción se puede llevar a cabo a través de dos mecanismos.

  • Vendaje elástico. El vendaje elástico es una solución óptima para la inmensa mayoría de casos teniendo la precaución de retirarlo durante la noche para no perjudicar la circulación sanguínea.
  • KTTAPE. Estas tiras adhesivas tienen una función similar a la del vendaje. A su favor tiene el hecho de que sí se puede dormir con ellas y la comodidad a la hora de llevarlas.

Sin embargo, hay que dejar bien claro que estos dos tipos de compresión se pueden realizar de manera combinada, eso sí, en una primera etapa uno y en una segunda etapa otro.

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